miércoles, 3 de diciembre de 2014

píldoras al chocolate


También a rosas y violetas
Un inventor crea unas píldoras que provocan que los pedos huelan a chocolate

(de Libertad Digital)

En la cuna de los perfumes también se ha producido un invento que podría solucionar un problema que se remonta al inicio de la humanidad. En Francia un inventor de 65 años ha inventado una píldora que provoca que las molestas ventosidades huelan ni más ni menos que a chocolate.

Christian Poincheval promete que con sus píldoras los pedos olerán a chocolate hasta año nuevo y como recogen varios medios internacionales. Estas pastillas están realizadas con auténtico cacao aunque en la gama que comercializa también las hay que hacen que las flatulencias huelan a rosas o incluso violetas.

El francés vende las píldoras a través de la web a un precio de 10 euros por 60 de estas pastillas 'milagrosas'. Según asegura, éstas no sólo disimulan el olor sino que también reduce los gases y la distensión abdominal. También tiene productos para perros.

Según relata el propio Poincheval la idea surgió en 2006 durante una cena con sus amigos.En una entrevista en The Telegraph afirma que "nuestros pedos olían tan mal después de una comida tan copiosa que casi me ahogo".

Este fue el punto de partida y el comienzo de sus experimentos. "Comiendo productos vegetales nuestros gases olían a verduras, peo cuando comíamos carne el olor era muy desagradable", afirma. Así fue definiendo sus trabajos y comenzó a trabajar con productos como el carbón vegetal, algas o arándanos, entre otros, hasta que llegó al cacao.

Lo de tratar de disimular esas emanaciones es un asunto muy antiguo que siempre ha resultado en fracaso ocasionando, muchas veces, que el remedio sea peor que la enfermedad ya que, usualmente, la combinación de un olor fétido con otro agradable, resulta  una combinación apestosa. Es lo mismo que echarse colonia en los sobacos, a través de una camisa contaminada. -

10 comentarios:

  1. Cierto que hacer, como lo hacían nuestros antepasados del XVII al XX untarse de perfumes para disimular el no bañarse sino una vez al año era el engaño más tonto que se daban aquellas damiselas y monsieurs, pero imagínes Don Bwana un bus en agosto por Madrid cargado de jovenzuelos con camisetas sudadas y alerones exhumando perjúmenes asficiantes, y uno se echa unas ventosidades con olor a rosas. Alivio generalizado de los viajeros.

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    1. Nuestros antepasados estaban tan preocupados por la peste que despedían, efecto de su alergia al agua, que trataban de disimularla vistiendo innumerables ropajes, con la falsa creencia de que el hedor se quedaba dentro. Algo similar hacían con la comida, largándose al fin del mundo para comprar especias con las que aliviar la peste que despedían los alimentos deteriorados.

      Don Javier, le aseguro que entrar en un bus o metro por estas fechas, es peor que aspirar los perjúmenes de agosto, ya que, debido a los fríos, el personal se ducha mucho menos que en verano. Además, las ventosidades son de peor calidad, debido al consumo de alubias y garbanzos típico del invierno.

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  2. Vamos, que en el futuro seremos ambientadores andantes... Me imagino a la corte de investigadores ventoseando y oliéndolo después para dar el visto bueno. De traca.
    Saludos.

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    1. Tampoco sería raro que esos investigadores llevaran un detector de ventosidades para multar a los peatones que superaran el límite de peste permitido.
      Saludos

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  3. Pues donde esté el olor de un buen pedo recodido que se quite ese desagradable olor a chocolate calentito... imagínese que el estruendo va acompañado de pegatina, y la caguetilla adquiere tal viscosidad que se escurre en tre las piernas y se deposita en el suelo, cualquiera puede pensar al ver la cremosidad del producto (y el olor) que es crema de chocolate...

    Quite quite, un pedo tiene que ser disuasorio a su olfateo por eso el señor los hizo como los hizo, no se debe jugar con la madre naturaleza, su castigo puede ser divino.

    He dicho.

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    1. Me parece normal que uno aprecie el estupendo aroma de sus propias ventosidades, a la vez que le parezcan apestosas las de los demás. Sin embargo, se precisa un buen control del esfinter para no confundir un simple cuesco con la emisión de pegatinas. Hay que estar alerta y contenerse cuando se sospecha que la ventosidad viene acompañada por algo más sólido.

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  4. El asco es aprendido. Si sabemos de donde procede ese olor, aunque sea a chocolate, más de uno padecerá de repulsión. Además, ahora seremos sospechosos de flatulentos incluso cuando nos comamos una tableta de verdadero chocolate. Este invento me ha dejado con el culo torcido.

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    1. Como asiduo consumidor de los productos del cacao, también me parece desagradable que se asocie ese producto a un vulgar cuesco. Lamentable.

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  5. A mí esto me parece bien, don Bwana; verá vd, cuando yo era niño, es decir, nací en el 51, había en las farmacias unos sellos de carbón para dárselos al abuelo cuando venían visitas. Entonces, antes de que se presentaran se le largaba al abuelo un sello de estos y el polvo de carboncito se ve que aplacaba a las bacterias correspondientes y si el abuelo soltaba lastre pues era sin peligro de que nos cambiara el color del pelo.
    Esto de que las bacterias cambien el perfume ante imponderables me parece un adelanto. Otra cosa es la música, pero eso ya es cuestión, mismamente, del pliegue y ahí no me meto ya que, según los diferentes pliegues, las sonoridades son múltiples.

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    1. Me parece muy interesante lo de los sellos de carbón que hacen inofensivos a los cuescos. Supongo que la música se disimulaba con el movimiento de alguna silla.
      Las sonoridades se evitan, aunque no resulta fácil, mediante el redoble de un tambor, si se tiene a mano, o con un perfecto control del esfinter. Curiosamente, en Inglaterra esos sonidos son aceptados en sociedad, siempre que el causante se disculpe con el consabido: SORRY.

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