miércoles, 7 de septiembre de 2016

NO HACEN FALTA LAS SEÑAS



MANDAN UNA CARTA SIN DIRECCION, CON UN PLANO DIBUJADO....Y LLEGA A SU DESTINATARIO EN ISLANDIA

(de 20M)

  • La misiva ni siquiera llevaba el nombre del destinatario, sólo "una granja de caballos con una pareja de un islandés y una danesa, tres hijos y muchas ovejas".

  • Los remitentes eran tres turistas que habían pasado antes por la granja.
En realidad no me extraña la efectividad de los carteros islandeses; en un país tan deshabitado es muy posible que se conozcan todos y estén al tanto de cualquier extranjero que los visite. Además, con tantos volcanes escupiendo lava por todas partes, deben estar muy localizadas las granjas  o cualquier sitio habitable. 

4 comentarios:

  1. Sí, eso que vuestra merced dice creo que es el motivo por el que en Islandia llegarán siempre las cartas : son pocos y se conocen todos.

    Hubo un tiempo en España de cuando el Invicto que los carteros rurales recibian cartas sin nombres ni apellidos, sólo con el MOTE del destinatario y casi siempre llegaban a su destino.
    Aquellos carteros debieran de tener un monumento en algún lugar visible.

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    1. Estoy de acuerdo en que los carteros de antaño merecen un monumento. Había oído lo de las cartas dirigidas al mote del destinatario, que llegaban sin problemas. Actualmente, supongo que igual que en las grandex ciudades, ni los remitentes, ni el cartero, se enteran de que uno se ha mudado de casa, aunque lo avise veinte veces.

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  2. En los pueblos todavía nos entregan las cartas en mano, si te los cruzas por la calle, y a veces incluso me han llegado a llamar a casa para ir a recoger un envío grande o un certificado. Con el personal nuevo que está llegando a correos estas cosas ya no pasan, pero los antiguos eran enciclopedias vivientes de señas. A mi me han entregado cartas solo con el apellido y el pueblo como dirección

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  3. Si señor, esto es un cartero eficaz.
    Cuando me vine a vivir hace catorce años, al pueblo donde sigo actualmente, fui un día a Correos y me llevé la sorpresa de que era una casa particular antigua, con un patio lleno de macetas, donde se encontraba un hombre de unos setenta años clasificando las cartas, bajo la sombra de una higuera, y con su botellita de vino blanco, sobre la misma mesa donde tenía las cartas.
    Salí de allí con mis dudas resueltas, cosa, que en el ayuntamiento no supieron hacer, y con un vasito de buen vino en mi estómago.
    Hace dos años inauguraron una estafeta de Correos, lo primero que hicieron fue obligarnos a todos, a colocar un buzón en nuestra fachada; a pesar de todo, puedo dar fe, de que el servicio en cuanto a reparto es peor que el que llevaba este señor y su familia. Además de que se ha perdido la tradición de poder charlar sosegadamente, mientras degustabas invitado por él en Navidades, de una copita de aguardiente o coñac y unos polvorones.
    Un abrazo.

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