martes, 27 de junio de 2017

FRESAS BLANCAS


Estas fresas blancas cultivadas en Japón se venden a precio de oro

(de ecodiario)

También conocida como la joya blanca o pineberry, se trata de una variedad de la fresa común. Aunque a diferencia de la fresa común y como su propio nombre indica, es de color blanco. No obstante, sus aportes nutricionales son los mismos que los de cualquier otra fresa.

Esta variedad de fresa blanca con semillas rojas es extremadamente dificultosa de cultivar, por lo que su precio es muy elevado. Su sabor, según dicen los que la han probado, es semejante al de la piña tropical y se intensifica cuanto más madura es la fruta.

Se dice que sus orígenes se ubican en Chile y su 'nacimiento' surgió gracias al cruce accidental de dos especies de fresa, la Fragaria virginiana y la Fragaria chiloensis. Este híbrido en un primer momento recibió el nombre científico de Fragaria x ananassa, y no tardó en comercializarse por América central y América del Sur. En una ocasión estuvo a punto de extinguirse, pero afortunadamente en el 2003 agricultores holandeses decidieron llevar a cabo su cultivo y pudieron hacer posible el resurgimiento de esta fruta.

Hoy en día, solamente hay una persona en el mundo que se ocupa de su cultivo. Se trata del japonés Yasuhito Teshima quien, en su granja de Karatsu, cuida con mucho mimo su plantación de fresas blancas. Un trabajo que ha ocupado cuatro años de la vida de este agricultor japonés, en los que ha tenido que luchar duramente por sacar adelante este fruto. Asegura que su máxima aspiración es que su fruta sea única en cuanto a sabor y textura.

Yasuhito se siente muy orgulloso y fascinado por haber conseguido convertir la fresa blanca en algo tan deseado para muchos, en especial para la población nipona. Cuenta que tanto la forma de la fresa como su textura son aspectos realmente espectaculares que nunca había visto antes. Por esto y por el trabajo que supone conseguir una buena colecta de estos frutos, Yasuhito Teshima las comercializa a precio de oro: alrededor de diez dólares por unidad. Un manjar que no todo el mundo se puede permitir.


Si, como dice el artículo, saben a piña, parece que nos encontramos ante un fruto con pinta de fresa sin madurar y con sabor a piña tropical, por lo que no me ha impresionado mucho. La piña se consigue en España a precios razonables y la fresa o el fresón, con su color natural rojizo, se pueden comer aquí y son deliciosas. 

6 comentarios:

  1. Yasuhito se está pasando. Eso de comer fresas con color blanco y sabor a piña es como merendarse un besugo con color verde y sabor a sardina.
    Que se los coman los japos.

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    1. Lo del besugo verde sería, en mi opinión, un disparate todavía peor que el de la fresa blanca.

      A propósito, hace años que no disfruto de esa exquisitez, el besugo al horno. En la pescadería me exigen pedido y pago por adelantado, a lo que me opongo porque quiero comprobar como anda de la visual y de las agallas antes de hacer la inevrsión.

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  2. Hace muy bien, Don Bwana, pues al besugo y otros peces (como dicen los riojanos a todo el pescado) deben de ser analizados en ojos y agallas antes de su adquisición.
    Aquí ultimamente no baja de los 20 euros el kg de besugo en pescadería y eso es producto muy caro. Por menos de la mitad están la merluza y el rodaballo.

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    1. Pues con esa competencia de merluza y rodaballo, el besugo habrá que dejarlo para celebrar algún acontecimiento extraordinario, como nuestro 115 cumpleaños.

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  3. La fresa es la fresa y la piña la piña y son perfectamente asequibles por separado, ganas de jorobarse la cabeza y pagar las pesetas a duros...

    Le echaba de menos y fui informada de que al parecer tenía vuesa merced problemas con el Caralibro pero todo parece funcionar debidamente, puede comprobarlo no obstante.

    Saludo efusivo.

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    1. Creo que es consecuencia de la exagerada manía de la limpieza que tienen los japos; deben tener miedo a mancharse con las auténticas fresas.
      El Caralibro sigue disgustado conmigo, por razones que se me escapan.
      Un placer recibir los comentarios de vuestra merced.

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