miércoles, 25 de noviembre de 2009

Aguantar o explotar

ESTUDIO PUBLICADO EN SUECIA
Las broncas con el jefe pueden prevenir ataques al corazón
(de LD)
Soltar la ira con el jefe, por ejemplo, cuando uno se siente tratado injustamente en el trabajo presenta menos riesgos que sufrir las humillaciones en silencio, según un nuevo estudio.
Las personas que sufren disgustos sin rechistar tienen dos veces más peligro de sufrir un ataque o morir de alguna enfermedad cardíaca que quienes explotan de ira, señala un informe sueco publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health.
Sus autores, científicos de la Universidad de Estocolmo, estudiaron a 2.775 trabajadores varones desde comienzos de los años noventa hasta 2003.
Entre otras cosas, midieron su presión sanguínea, el índice de masa corporal y los niveles de colesterol, además de preguntarles a cómo reaccionaban al sentirse tratados injustamente en la oficina o la fábrica.
En los diez años analizados se produjeron 47 fallecimientos por ataques cardíacos o enfermedades cardiovasculares.
Tras un análisis caso por caso, en el que tuvieron en cuenta tanto los factores biológicos como los distintos niveles de estrés, llegaron a la conclusión de que los que reprimían su enfado tenían el doble de probabilidades de enfermar y morir.
Constanze Leinewerber, del Instituto de Investigaciones sobre el Estrés, de Estocolmo, que dirigió al equipo investigador, dijo no aconsejar a los trabajadores que griten a sus jefes.
"No es la mejor solución. Pero siempre es mejor decir en voz alta que uno se siente tratado injustamente y tratar de encontrar una solución", explicó.


El jefe de Ramiro Ramírez suele llegar a las diez de la mañana a la oficina. Casi todos los días se va a comer con algún cliente hacia las dos de la tarde y vuelve a su despacho a las cuatro, de donde no suele salir hasta las siete y media.

A las cinco le pide a su secretaria, Cecilia, que se quede un rato más porque tiene unas cartas urgentes que dictarle.

Ramiro entra todos los días en la oficina a la hora exacta de apertura, las 9 de la mañana y pretende marcharse a la hora oficial de salida, que son las 5 de la tarde. Su jefe tiene la costumbre de llamarle a las 16.45 todos los días para estudiar varios expedientes atrasados o encargarle alguna tarea urgente.

La primera vez que Ramiro osó marcharse de la oficina a la hora de salida (las cinco de la tarde), su jefe le armó un expolio al día siguiente, por lo que Ramiro ha resuelto quedarse todos los días hasta que se haya ido el jefe, aunque esto le está ocasionando el deterioro de sus relaciones matrimoniales.



Ante el descubrimiento de los suecos, ¿qué actitud deben tomar Cecilia y Ramiro?

a) Plantarse ante el jefe y decirle que "o respeta el horario de oficina o ellos adoptarán el suyo"

b) Dejarle un anónimo encima del escritorio que diga lo mismo

c) Seguir aguantando al pesado del jefe y exponerse a un infarto de corazón

d) Mandarle a hacer puñetas y prepararse para buscar otro empleo

e) ¿Alguna otra sugerencia?

16 comentarios:

  1. Bueno, ¿y para eso hacen un estudio? si eso ya me lo decía a mí mi abuela: que echara los malos humores fuera y me desahogara, que luego era peor.

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  2. Inflarle a hostias

    Restregar por el "excusado" la cucharilla que usa para el café

    Untarle miel en el culo y dejarle encerrado en una habitación con Zerolo

    Obligarle al visionado de la vide presi de la vogue mientras se toca en la ducha

    Leerse los discursos de la Aido

    Ponerle un disco de Bisbal enterito y a todo volumen


    y, aunque la convención de ginebra lo prohiba; dejarle participar en una reunión de "inteletuales apañoles", compartiendo mesa con Sabina, Tosar, Victor Manuel, Echanove y la musa sociata por excelencia, la que sufrió el ostracismo franquista CONCHA VELASCO

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  3. Pues yo creo que lo mejor sería una patadita bien asestada en pudendas partes, eso si acompañada de un certificado a ser posible de un medico sueco.

    Seguro que no tiene replica ni consecuencias.



    Mis saludos D. Bwana, "azote de la sabana".

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  4. Dª Ginebra:
    Dejemos a los suecos estudiando estas chorradas, que cuando se ponen serios inventan la dinamita.

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  5. Es que tragar bilis es muy malísimo.
    Pero dudo que esta noticia sirva como excusa si se la armas al jefe, o si, e) le lanzas la grapadora cuando sale del despacho. Tirarse 8 horas en la cola del paro cada día no debe ser muy saludable tampoco.

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  6. D. isra:
    Entra Vd. al trapo con su clásica habilidad: eliminando sus dos primeras, que pueden considerarse aceptables y la tercera, que pudiera ser del agrado del fulano (en caso de ser de la misma panda que el Zerolo),las otras son de una crueldad malaya. ¡Sadismo en su peor acepción!

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  7. D. Laslo:
    Efectivamente, presentar un certificado sueco antes de la patada, puede ser un eximente.
    Un saludo

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  8. Dª Maharani:
    En vez de esas actitudes tan drásticas que Vd. y don isra proponen, recomiendo la solución de don Laslo, que posiblemente evitaría hacer la cola del INEM o la que corresponda.

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  9. Querido Isra, no sea usted tan cruel hombre. Yo les dejo una
    lista alternativa con varias propuestas a elegir, ustedes veran.

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  10. D. Carlos:
    Ha inluído Vd. una relación estupenda de torturas clásicas. ¡Qué maravilla!
    Hay material de sobra, no solo para el jefecillo de mi post, si no para todos los/las ministros/as del gabinete, incluyendo vices y al mismo presidente. ¡Qué gozada!

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  11. La c) hay que excluirla, que la salud y la familia son lo primero.
    ¿No se podría plantear una demanda por mobbing pidiendo una suculenta indemnización? (perdonen, iluso que es uno)

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  12. D. Outsider friar:
    Lo del "mobbing" puede ser una buena idea; a lo mejor cuela.

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  13. Según una sentencia reciente darle una hostia al jefe no es motivo de despido.Asique darse el gustazo y luego irse...

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  14. D. Javier:
    A ver si sale una sentencia similar para poder patearle la entrepierna a algún/a político/a.

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  15. Más vale una vez colorado que ciento amarillo.

    Lo que ahorraría esta gente si leyese nuestro refranero.

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  16. Dª suri kata:
    Efectivamente, todo está clarísimo en el refranero.

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