Hallábame de lo más concentrado en el desarrollo de la teoría de la cortisona, cuando he leído el siguiente artículo de "muyinteresante", que ha conseguido distraerme por unos minutos. Por la importancia científica del asunto que se trata, he decidido copiarlo para el deleite de mis queridos/as lectores/as:
Los hielos que sacamos del congelador se encuentran a una temperatura de unos 20 grados centígrados bajo cero. Cuando los tocamos, observamos que nuestros dedos se suelen quedar pegados a ellos. La escasa humedad que hay sobre la piel se congela instantáneamente cuando entra en contacto con ese pequeño bloque congelado y sólo el agua logrará despegarlos convenientemente.
Eso mismo ocurre, aunque de forma menos acusada, cuando tocamos una cubitera con hielos dentro. Y el efecto es mucho más evidente cuanto mejor conductor del calor sea el material con que ha sido fabricada esa cubitera. Es decir, los dedos quedan más pegados en una de metal que en otra, por ejemplo, de plástico, y en ésta más que en una de madera.
Una vez estudiado el artículo, he decidido volver al asunto que me ocupaba. La cosa se me ha ocurrido al notar que una zona de mi cuerpo, donde me froté con una crema de cortisona, para calmar unos penetrantes picores, ha sido recubierta con una profusa cabellera. Me asombra que los laboratorios no hayan aprovechado esta peculiaridad para lanzar al mercado un poderoso crece-pelos, tan ansiado por los millones de calvos de este planeta. No me atrevo a probar en mi ilustre testa por los posibles efectos secundarios que pudiera sufrir. En cuanto vuelva de vacaciones mi querido amigo, el doctor Cataplasma, le haré la consulta pertinente.
Espero y deseo Bwana, que cuando llegue el doctor Cataplasma, no sea tarde y te haya crecido un bosque.
ResponderEliminarVaya, inventor a lo Fleming nos ha salido Ud. Don Bwana. Con suerte quizá consiga patentarlo como crece-pelo efectivo.
ResponderEliminarLa explicación del porqué se pegan los cubitos de hielo a los dedos es muy aleccionadora.
Cuando el Dr. Cataplasma le dé el Vº Bº a su crecedero de cabellera, podrá bailar, para celebrarlo, unas jotas tirolesas de las que expone hoy Isra.
Al hilo de la teoría "frígida" es de sobras conocido que cuando Zerolo goza se produce un tapón y cuando viaja en avión debe pagar un billete doble.
ResponderEliminarAhora, eso sí, fascinante teoría e incomprensible para una mente limitada como la mía.
Cada día es más evidente que nosotros somos contingentes pero su blog es necesario.
Bwana, tengo la impresión que la crecida de pelo no es por la cortisona sino por el entusiasmo con que se hà rascado la piquiña.
ResponderEliminarD. MAMUMA:
ResponderEliminarSi no hay más remedio, utilizaré la afeitadora.
Es más evidente a un la pegadumbre cuando se arrejuntan lengua y cubito de hielo, pudiendo causar graves estropicios....vaya con la cortisona, para cuando me quede calvo lo probaré...
ResponderEliminarD. Javier:
ResponderEliminarBailar esas jotas tirolesas que publica hoy don isra, se me antoja harto dificultoso. Incluso preferiría bailar unos fandangos de Huelva, un suponer.
D. isra:
ResponderEliminarLos problemas del sr. Zerolo los desconozco, por mi escasa simpatía hacia las bajas costumbres.
La categoría de este Blog estaría bajo mínimos si no fuera por la sabiduría que le imprimen vuestros comentarios.
Dª Maril:
ResponderEliminarPuede que tenga razón. Me he recortado las uñas de las manos a nivel cero, pero ahora he descubierto que me rasco con los pies durante la noche.
Bienvenida de nuevo.
D. CARIKVS II:
ResponderEliminarEfectivamente, los efectos en la lengua son impresionantes. No digamos si se le ocurre a uno lamer la bandeja de los hielos..
Anímese Vd. a entrar en el universo de los calvos lo antes posible, ya que ese producto va a subir de precio enseguida.