jueves, 4 de julio de 2013

EL MONO ABSTRACTO



El zoólogo Desmond Morris, en los años sesenta, enseñó a pintar a varios chimpancés. Morris comprobó que los chimpancés tenían sentido de la composición. Dibujaban círculos y repartían las distintas figuras por el papel. El problema es que los recompensaban y pronto dejaron de tener interés. El trabajo comenzó a ser de la peor calidad y ya no existía armonía en sus pinturas. Morris, bromeando, afirmó haber encontrado los orígenes del arte comercial.

Poco después lo intentó con otro chimpancé llamado Congo. Esta vez permitió que empleara las pinturas de manera espontánea, es decir, sin un entrenamiento previo y sin recompensas. Cada día, se sentaba en una pequeña mesa de madera y pintaba a su antojo. Pronto comprobaron que Congo equilibraba las composiciones por sí mismo y se mantenía en los límites del papel. Si se le proporcionaba un dibujo ya empezado, él escogía los mismos colores. Por ejemplo, si un lado contenía rojo, él usaba el rojo también.



Morris contó que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Cuando pudo regresar, retomó el trabajo en el mismo punto que lo había dejado, mostrando que tenía un objetivo y no eran simples manchones.


A la edad de cuatro años ya había realizado cientos de obras y los críticos de arte lo calificaron de estilo "lírico abstracto impresionista". Las reacciones en el mundo del arte oscilaron entre el escepticismo y la admiración absoluta. El mismo Pablo Picasso tenía un cuadro de Congo colgado en su casa de París. Joan Miró, cambió dos de sus obras por una de Congo y Salvador Dalí declaró en una ocasión que Congo era el artista, y el pintor abstracto Jackson Pollock el auténtico chimpancé.

No me extraña nada que esos pintores humanos se sintieran identificados con la pintura de Congo y mucho menos que el Miró cambiara dos de sus cuadros por uno del mono (para ser justo, debería haberle dado cuatro).
No me importaría nada tener una de esas obras de arte firmadas por Congo. Lo malo es que su precio es astronómico.

6 comentarios:

  1. Muy bueno el post, sí señor. Todos esos artistas que dicen exponer sus obras en el Gugenheim de Bilbao y en el Museo de Arte Moderno son unos aprendices de CONGO.

    Y Miró no le llegana, como dice usted, ni a la planta de los pies a Congo.

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    1. Lo que sucede es que los críticos de arte, si saben que los cuadros los ha pintado Congo, no dirán que "son una muestra del expresionismo abstracto que explora la fluidez del color puro", como harían si estuvieran firmados por un Miró, un Dalí o similar.

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  2. La historia de Congo, no hace mas que confirmar la capacidad premonitoria de Charles Darwin. El vaticinó que el mono tendría dos descendientes famosos: y lo fueron, Dalí y Picasso. Espero que la humanidad se anime a reconocerlo...

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    1. He visto cuadros de Dalí y Picaso que demuestran que sabían pintar. Lo que sucede es que se percataron de que ganaban mucho más dinero pintando pachotadas que parecen obras de la mona Chita.

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  3. La obra de Congo muestra claramente el interés del autor por plasmar el dictado de su pensamiento a través del inconsciente, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral y formando un todo con la realidad
    Oh, wait...

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    1. Me sorprende agradablemente descubrir que es Vd. una crítica de arte de última generación. Enhorabuena.

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