A causa de cierto cansancio de mis expediciones africanas, he preferido quedarme en España y disfrutar de nuestros maravillosos parajes. De esta manera doy mi contribución, aunque sea un granito de arena, a la recuperación del turismo. Así se hace patria y no hablando pendejadas por televisión.
Aprovechando que tengo algunos familiares en la isla de Menorca, el territorio español más oriental, resuelvo hacerles una visita y disfrutar otra vez de sus maravillosas calas y sus apetitosas ensaimadas con nata.
Debido a mi antipatía por los aeropuertos y la recomendación del cardiólogo, que me ha prohibido retozar a más de 3.000 metros de altura, pido a mi agencia que me organicen un viaje Madrid-Barcelona (por AVE) y Barcelona-Ciudadela por ferry.
El hotel que me han reservado para pasar la noche en Barcelona tiene un nombre muy sospechoso -hotel 4 Barcelona- Supongo que será por las estrellas que pretende exhibir.
Como dicen los ingleses "located in the middle of nowhere", es decir, en medio del barrio de Poblenou, al norte de Barcelona. el hotel está a 30 euros de taxi desde la estación de Sants, donde termina el AVE. Parece que la agencia de viajes ha exagerado mi petición de "un hotel moderno y tranquilo".
El hotel promete "unas vistas excepcionales al Mediterráneo":
La cruda realidad es que tengo unas vistas muy bonitas al cementerio de Poblenou
Decido darme una ducha, pero me encuentro con un sistema tan moderno que tengo que llamar a recepción para que me expliquen su manejo. Resulta que el artilugio carece de la tradicional regadera y el agua sale de unos agujeritos a lo largo de un bastón (muy útil para los enemas, pero deficiente para el lavado externo). Desgraciadamente, me resulta imposible lograr que el agua salga a una temperatura adecuada: debe estar a unos 50 grados y tengo que volver a llamar a recepción. Me envían una pareja de mucamas (se nota que tras el caso Dominique no se fían de los huéspedes). Tras unos intentos, confiesan que no pueden arreglarlo y que enviarán al fontanero. Llega el especialista a los diez minutos y logra rebajar la temperatura.
Como he llegado a las 3 de la tarde, llamo a servicio de habitaciones para ordenar uno de los apetitosos platos que anuncian. "No servimos comidas después de las 15 horas", es la atenta respuesta de mi interlocutor. Como no veo el minibar por ningún sitio de la habitación, resuelvo salir del hotel
Los alrededores son deprimentes: casas viejas, de un sólo piso, talleres mecánicos, construcciones derruídas. Parece que aquí no llegó la remodelación de las Olimpiadas. Finalmente encuentro una taberna que me da ciertas esperanzas. Parece un típico bar barcelonés, donde se suelen encontrar agradables viandas. La camarera que me atiende es china, por lo que sospecho que el bar ha caído en manos de los orientales. El menú ofrece unas habas a la catalana que pido inmediatamente. El plato que me trae la simpática Ging rebosa ¡de caldo! Es la primera vez que me sirven una sopa de habas. Pesco un par de habas y me largo del local con viento fresco.
Mi primer día en Barcelona ha resultado ideal para mi dieta.
Al día siguiente consigo un desayuno decente en el hotel, me despido y cojo un taxi hacia el puerto, a la terminal de Balearia, de donde sale mi ferry a las 5 de la tarde. Mis intenciones son dejar la maleta en consigna y darme una vuelta por Barcelona hasta la hora de embarcar. Pero las oficinas de Balearia están cerradas a cal y canto, por lo que me dirijo a la Transmediterránea que está al lado y abierta de par en par. Un funcionario me dice que no hay consigna y me recomienda que vaya a la cercana Estación de Francia donde puedo dejar la maleta. Taxi a la estación de ferrocarril para descubrir que tampoco tienen consigna. El amable guarda que me atiende me dice que, frente a la estación, se encuentra el hostal Orleans, donde suelen guardar maletas. Como el hostal no tiene ascensor, subo los tres pisos que conducen al primero, con mi maleta, y una amistosa rumana acepta guardarme la maleta hasta la tarde.
(Continuará mañana, si alguien quiere seguir disfrutando con este sensacional relato. Prometo que habrá más diapositivas)
Jodó, don Bwana, pues sí que empezó bien su excursión a lo "desconocido", seguro que en Africa hubiera logrado mejores servicios.
ResponderEliminarEs curioso que Barcelona esté lleno de orientales ( no sé si son coreanos, chinos, tailandeses o mongoles pero tienen los ojos rasgados todos)y están por todas partes : bares, restaurantes, pastelerías, hoteles, etc.. No me extraña que la MARTA Ferrusola se cabreara tanto con los pocos catalufos en proporción que les quedaban.
Eso de ir arrastrando una maleta por una ciudad grande, sin saber dónde dejarla un ratito, es peor que ser cantero.
En fin, he difrutado con los detalles de su relato.
Sin duda que en el África tropical hubiese encontrado usted mejores servicios ya que tengo entenido que son muy serviciales para con los turistas en aquellos lares...es lo que tiene irse a la capital catalufa en plan "apaño", que uno no sabe lo que se puede encontrar por esos arabales poligoneros.
ResponderEliminarUn slaudo y ya estoy de vuelta tras una breve ausencia no precisamente de vacaciones.
Bwana, pues si que has comenzado con mal pié.
ResponderEliminarPero ánimo porque a peor no creo que vaya.
Jopé, Bwana. Qué odisea.
ResponderEliminarMe parece una cutrez muy grande que no haya consignas en las estaciones. Si lo achacan a problemas de seguridad, tienen muchas formas de controlar el equipaje.
Lo de los bares castizos atendidos por chinos también está pasando en Madrid. Se conoce que los nativos no están por la labor de currar en hostelería.
El panorama de la habitación del hotel, tremebundo.
Quedo a la espera de los siguientes episodios de su periplo vacacional.
D. Javier:
ResponderEliminarDa gusto leer los comentarios de los amigos. Confieso que los añoraba.
Además de haber chinos por todas partes, en Barcelona he podido aspirar un aroma a gas que disimula bastante bien el clásico hedor a desagüe que suele imperar en mi ciudad natal. Al mismo tiempo, han conseguido evitar a los fumadores callejeros, que se abstienen de encender el mechero por si las moscas.
D. CAROLVS II:
ResponderEliminarGracias por sus amables palabras. Efectivamente, en el África profunda hay servicios bastante mejores que los que he recibido. No obstante, mi corta estancia en Menorca ha sido muy placentera.
Estaré atento a su regreso.
D. MAMUMA:
ResponderEliminarFinalmente, he podido disfrutar de unos días de descanso bastante agradables.
Dª maharani:
ResponderEliminarComo le digo a D. Javier, da gusto estar de nuevo entre blogueros de categoría. La echaba de menos, de verdad.
Querido Bwana, estoy segura que esos contratiempos infortunados fueron el preludio de una estancia placentera.
ResponderEliminarDª Maril:
ResponderEliminarTiene razón, pasé unos días estupendos.
Ya ve D. Bwana, esto es lo que se ha conseguido con el "café para todos", eso sí, a costa de un terrible endeudamiento.
ResponderEliminarNo sé si cualquiera tiempo pasado fue mejor, pero cada vez añoro más la sensatez, el sentido común y el respeto por lo propio, lo ajeno y entre conciudadanos "españoles" que se respiraba en la etapa que me tocó vivir del régimen anterior.
¡Ánimo, D. Bwana, que lo mejor está aún por llegar!
D. Carlos:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo totalmente con su opinión. Lo único que ha mejorado son las curvas de algunas chicas.