Triunfa un restaurante en el que hay que estar callado si se quiere comer
El dueño de «Eat» tuvo la idea después de un retiro en un monasterio budista
(de lavozdegalicia.es)
Retiro espiritual en la ruidosa Nueva York, curso acelerado de mímica o manera de explorar la relación entre hombre y alimento. El restaurante Eat, en Brooklyn, triunfó con su propuesta dominical: una cena en silencio bajo el lema del «come y calla».
No hay música. Poca luz. El cocinero y sus pinches sacan platos de productos orgánicos locales. Bienvenidos a 90 minutos de silencio aderezados con un menú fijo de tres platos y postre. La propuesta se le ocurrió a Nauman, de 28 años, después de un retiro en un monasterio budista y la puso en práctica por primera en septiembre. «Ha sido muy sorprendente que la gente respondiera, se hizo muy popular», explica Nauman.
El pequeño y estrecho local, que antes fue tienda de discos, está en Greenpoint, el barrio polaco. Entre semana es un restaurante con amplio menú vegano y ambiente distendido. Para las cenas de los domingos se aceptan hasta treinta comensales mudos. Para su artífice, la experiencia es filosófica. «Es un descanso de esta vida frenética», asegura un comensal. El precio de este menú fijo y silencioso es de 33 euros más propina.
Ya era hora de que los dueños de restaurantes se percataran de lo molesto que resultan los ruidos durante la comida. Hace poco relatábamos el caso de un local que pagaba a los clientes por no usar el móvil AQUÍ . Ahora aparece este nuevo local en New York especial para "mudos" o personas a las que les gusta saborear una buena comida sin tener que oir chorradas o que les salpiquen con un puré a medio tragar.
Ya era hora de que los dueños de restaurantes se percataran de lo molesto que resultan los ruidos durante la comida. Hace poco relatábamos el caso de un local que pagaba a los clientes por no usar el móvil AQUÍ . Ahora aparece este nuevo local en New York especial para "mudos" o personas a las que les gusta saborear una buena comida sin tener que oir chorradas o que les salpiquen con un puré a medio tragar.
Tontería supina, yo a un restaurante voy a hablar, y de vez en cuando, cuando la conversación lo permite, probar algo de la comida.
ResponderEliminarPara hacer el gilipollas me quedo en casa, que sale gratis.
Creía que necesitaba tranquilidad para engullir los croisant con el cafelito pero, si prefiere hacerlo escuchando al coro de la cafetería, allá Vd. Servidor prefiere concentrarse en el crujido del hojaldre.
EliminarEs que Don Isra es racial al mil por cien y gusta de lo más puritito de la tierra mesetaria : EL RUÍDO.
ResponderEliminarTambién yo agradecería que en las calles y en los locales se hablaran en el mismo tono con que lo hacen franceses, alemanes o daneses : bajito.
Debe ser cierto lo que dice de nuestro amigo; yo pensaba que era más hombre de acción que de palabras.
EliminarLa ventaja de que la gente hable bajito es que, si uno anda flojo del oído, no se entera de lo que no le interesa.
Yo opino que entre
ResponderEliminarhablar alto
y no hablar nada
esta el hablar bajito.
Ya somos tres, usted, Don Javier y un servidor los que opinamos igual.
EliminarEn Madrid se grita mucho. Cuántas veces, por los gritos de los clientes, nos hemos desesperado porque una conversación tranquila que pretendíamos mantener con unos amigos se ha transformado en un duelo de mímicas en un intento por hacernos entender.
ResponderEliminarTendrían que hablar mas bajo y respetar a los demás.
En un duelo de mímica o en levantar más la voz para que podamos mantener esa conversación, contribuyendo al griterío general. A veces he pensado que la mayoría de la gente en Madrí está sorda, consecuencia del excesivo volumen de los altavoces en los cines o de los olés cuando torea el Juli.
EliminarQue no se entere mi mujer
ResponderEliminarPues éso mismo espero, si así lo desea.
EliminarYo estoy con el isra y aunque también me molestan los berridos, soy de términos medios y detesto todavía más el ruido de masticaciones y tragaderas. Además seguro que les dejan llevar chancletas y eso sí es imperdonable.
ResponderEliminarCon los fríos que hacen en New York dudo que alguien se presente en chanclas durante el invierno, aunque pudiera ser a la vista de los que van en metro en calzoncillos y bragas.
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