El Vaticano, el estado en el que más vino se consume
Cada habitante de la Santa Sede bebió una media de 74 litros, lo que supone 98 botellas del caldo de uvo al año
(de lavozdegalicia)
Ser el Estado más pequeño del mundo no es un demérito a la hora de trasegar vino. Lo saben bien en el país que aloja la tumba de san Pedro, donde hay una afición desmedida por el zumo fermentado de la uva. En el Vaticano se registra el récord de consumo de caldos a escala mundial.
Cada habitante de la Santa Sede bebió una media de 74 litros en 2012, según un estudio del Instituto del Vino de California. Eso significa que cada persona que se aloja en el microestado se echa al coleto el contenido de 98 botellas al año, un dato que induce a preguntarse por qué el clero tiene tanta sed. Si se hace caso a los datos, la ingesta de vino en la capital de la cristiandad es desorbitada, hasta el punto de duplica el consumo de Italia y Francia y triplica el del Reino Unido.
Por añadidura, el consumo de vino experimentó un crecimiento del 20% de 2011 a 2012. De este modo, los moradores de la ciudad pía pasaron de beber 62 litros a 74. Que el lugar donde se reprimen las pasiones sea a la vez el paraíso del bebedor no cuadra. Alguna razón escondida debe explicar el desafuero.
El columnista Michael Winterbottom, del diario The Universe Catholic Weekly, ha manejado varias hipótesis para arrojar luz sobre el asunto.
El hecho de que se emplee el vino en la eucaristía no justifica tanta incontinencia. Al fin y al cabo para celebrar la comunión, por mucha fe que se ponga, no se requieren grandes toneles. El Código de Derecho Canónico es muy exigente al respecto y ordena que en las celebraciones eucarísticas se empleo vino de uva, natural y puro, sin mezcla de sustancias extrañas y en perfecto estado, esto es, sin avinagrar. Como se ve, a la Iglesia católica no se le puede achacar el auge del botellón. Eso es problema de otros. Como bien dice Winterbottom, la mayor parte del tiempo no hay vino en la comunión. Así que la eucaristía no explica esta pasión por los frutos del viñedo
.
La prensa italiana aduce que el bajo precio a que se despacha el vino en el supermercado del Vaticano invita a pensar que la cifra de consumo real está distorsionada. No en vano, en el establecimiento conocido como el Spaccio dell'Annona los impuestos son muchos más reducidos que en Italia. Los estantes de esta pequeña tienda están colmados de botellas de renombradas bodegas. Lo lógico es suponer que de la menor presión fiscal se beneficien bebedores que viven extramuros de la Santa Sede. Aun así, en este supermercado no puede comprar todo el mundo. De hecho, solo los titulares de una tarjeta, que se concede a los trabajadores y residentes en el Vaticano, pueden disfrutar de las ventajosas ofertas de la tienda. También se han esgrimido argumentos, algunos de ellos muy peregrinos, para esclarecer el misterio. Se ha dicho, por ejemplo, que la ausencia de niños incentiva un mayor consumo por persona. No hay razones que diluciden esta adoración por el hijo de la cepa. Si es verdad que el Vaticano es la mayor bodega del mundo, sus habitantes saber disimular muy bien la embriaguez. Las 800 personas que integran el censo del Vaticano son muy discretas y no han sido vistas agarrando farolas ni cantando himnos regionales
Algo que escapa a nuestras cortas entendederas debe explicar este extraño caso. O alguien toma cartas el asunto, o alguien con mal vino puede desacreditar a la Santa Sede.
Ventilarse algo más de una botella por semana no parece excesivo, si se trata de un vino de categoría como parece ser. Ahora bien, me gustaría saber cuántos habitantes del Vaticano son abstemios, que los habrá, sin duda y si han hecho la división correctamente es decir, metiendo en el divisor solo a los que le dan a la copa. De no ser así, dividir el total de vino consumido enre "tutti li mondi" o todo el que pasaba por ahí, podría dar un resultado engañoso.
Ventilarse algo más de una botella por semana no parece excesivo, si se trata de un vino de categoría como parece ser. Ahora bien, me gustaría saber cuántos habitantes del Vaticano son abstemios, que los habrá, sin duda y si han hecho la división correctamente es decir, metiendo en el divisor solo a los que le dan a la copa. De no ser así, dividir el total de vino consumido enre "tutti li mondi" o todo el que pasaba por ahí, podría dar un resultado engañoso.
Es lo que tienen las tan matemáticas "Estadisticas" : que se pueden ver de abajo y de arriba y con resultados opuestos.
ResponderEliminarLas cien botellas divididas entre 800 habitantes, menos los abstemios y los cirróticos de enfermería, podrian quedar en 600 lo que da unas dos botellas semanales por habitante.
Yo creo que la causa está en la cantidad de misas que dan unos pocos con reservas alto standing.
También podría ser que algunos de rojo acostumbren a tener muchos invitados a una copa "de vino español" por aquello de las relaciones internacionales. Y se salvan de que ese consumo no sea mayor por el hecho de que los Borbón van cada varios años y no todos los meses.
Veo que coincidimos; siempre hay que observar qué se coloca en el dividendo y qué en el divisor, para evitar engaños. Ya me lo decía mi abuelo hace años: "Nunca sumes peras con manzanas ni rábanos con coliflores",
EliminarLa posibilidad de que ese aparente exceso de bebidas se deba a las relaciones públicas, me parece muy aceptable, teniendo en cuenta lo revuelto que anda en Mundo normalmente.
Pues está bastabte claro.
ResponderEliminarO
- andan chispas todo el día-
O
alguno/a/s se sacan un sobresueldo endiendo el vinillo.
Si, como dice el artículo, se trata de unos caldos excelentes, no creo que valga la pena desprenderse de ellos, por mucho que pudieran recaudar. Y de "andar chispas" tampoco lo parece o lo disimulan muy bien, como se menciona.
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