Como la catedral de Notre Dame y el Museo del Louvre ya los tengo vistos en anteriores viajes, en esta ocasión resolví darme un paseo por el Sena y visitar la torre Eiffel.
A la Torre ya subí hace tiempo y no me apetecía hacerlo otra vez; en su lugar la contemplé desde una nueva perspectiva, desde la base y sus alrededores.
Recuperado de la impresión y sin ningún daño físico ni económico (ni siquiera me afanaron el paraguas), nos embarcamos en uno de los barquitos que recorren el Sena durante una hora.
Resulta asombrosa la puntería de los pilotos de estas naves para acertar en los vanos de los numerosos puentes sobre el Sena; creo que son más de 30 los que cruzan el río a su paso por París.
Al día siguiente, complaciendo los deseos de mi hija en conocer la basílica del Sacre Coeur, nos trasladamos a Montmartre. Nunca he estado en esa iglesia debido al respeto que tengo a las escaleras, por lo que cedí los trastos a mi hija mientras esperaba cómodamente sentado en una cafetería, disfrutando del clásico "café au lait deca" con croisant y fumándome una pipa. La multitud, formada principalmente por japoneses, resultaba un espectáculo muy interesante. Curiosamente no se veían moros por el lugar.
Ésto es la distancia más cercana a la Basílica que osé remontar. Una calle, por cierto, plagada de trileros timando a los turistas escandinavos y a otros panolis. |
Trileros en acción en mitad de la calle. En primer plano el "aguador" |
Para compensar nos trasladamos al bulevard Haussmann, para visitar grandes almacenes:
Luego pasamos por Fauchon para comprar algunas golosinas:
Antes de terminar, una de cal y otra de arena: los parisinos son mucho más tolerantes con los fumadores que los madrileños, un alivio para viciosos como yo. Para cruzar las calles es conveniente ir provisto de unos binoculares para distinguir si el muñequito está en verde o en rojo, ya que son muy difíciles de localizar por su pequeño tamaño y estar a mano izquierda.
Terminada esta formidable excursión, regresamos a Madríz trayendo, de paso, la primavera de París. Por supuesto, con la tarjeta de crédito temblando.
Qué bonito viaje parisién, Don Bwana. Y es llamativo que allí por donde pasa las chicas se revolucionan a su alrededor. Qué suerte. Un día me tendrá que explicar su secreto porque en mis 105 años de vida nunca he conseguido tal prodigio desde que dejé de tener 25 años.
ResponderEliminarLo malo de ese bulevard Haussmann debe de ser, tal como explica, el desgaste de la VISA.
Hace muchos años y ya no sé si siguen, eran una delicia los "bistrots" que había en las orillas del Sena y en donde se comía francamente bien.
Y para que siga conservando el buen recuerdo de ese viaje le convoco a ir (en compañía a ser posible de "Maharaní) a pasar un rato en el PETIT PARIS que es un lugar de la Mancha al que llaman Complutum. Concretamente el sábado 22 de JUNIO por la mañana. Tengo la caballería preparada con sus alforjas para ir desde este rústico lugar la víspera de tal fecha. Calculo unas 91 leguas de cabalgada pero merece la pena por ver a los viejos amigos.
Bistrots hay por todas partes, aunque no encontré ninguno que pasara de los 8 puntos. Los de la orilla del Sena no pude localizarlos, a pesar de patearme buena parte de la zona.
EliminarHe marcado en el calendario esa fecha tan trascendental y acudiré al Petit París llueva, truene o relampaguee. Espero que acudan a la cita blogueros y blogueras tan ilustres como Dª Maribeluca y Dª Lucrecia. A Dª Maharani ya la reclutaré oportunamente.
Joder Bwana, este post es para mandárselo a Iker jiménez, en ese viaje suyo he visto cosas muy raras, resulta que una vez que estuve de paso por París había una torre muy similar a la que Vd. fotografió (y se dejó fotografiar con esas, si hubiesen sido compatriotas en el metro de Madrid no le dejan ni los calcetines).
ResponderEliminarLe seré sincero, cuando he leido que dejó la visa temblando me he alegrado, porque me imagino que traerá algo el 22 para quien suscribe ¿no?... aunque sean unos croisantitos (si se ponen duros ya los mojamos en café).
Uy casi lo olvido, curiosidades curiosas, el río de la ciudad en la que estuve se llamaba igual que por el que Vd. paseó... ¡madre mía que historia!, de yuyu yuyu.
Esa torre que menciona, si no me equivoco, es obra de un tal Eiffel que no pudo terminarla por falta de fondos. Por esa razón la pobre torre se redujo a la estructura de acero y no se construyeron los pisos previstos y que la hubieran hecho superar al Empire State building de Nueva York.
EliminarLamento comunicarle que no me pareció oportuno traer esos croisants a España por dos razones:
-Se ponen demasiado duros y la miga no hay quien se la trague.
-temí que se produjera un decomiso al pasar por la frontera (las autoridades de Hendaya son muy quisquillosas).
Si no le importa, llevaré a tan magno acontecimiento una bolsa de los croisanes de mercadona, que tampoco están mal.
Para finalizar le aseguro que ese río ha estado cruzando París durante siglos sin ningún problema y sin causar el menos yuyu.
Me han impresionado sus fotos con las zíngaras. Lo rodeaban, reían y estaban tan contentas como si Vd. fuera el jefe de los romaníes...Hizo bien en no subir a la torre Eiffel, dicen que ahora se bambolea demasiado... y me ha llamado la atención que no haya probado suerte con los trileros, ahora que Vd. tiene "buena vista", podía haber ganado algunos euros... Me alegra su regreso y que su tarjeta de crédito haya resistido heroicamente el gasto de tantos croissants y las visitas a las tiendas y almacenes...
ResponderEliminarYa sospechaba que los 20 o 30 turistas que fotografiaron la escena me iban a confundir con el jefe de la tribu, pero tenía la esperanza de que mis lectores no iban a percatarse. Olvidé la agudeza de vuesas mercedes.
EliminarDe los trileros suelo apartarme respetuosamente y solo me atreví a fotografiarlos cuando estaba a prudente distancia.
Gracias, también me alegra mucho la reanudación de sus visitas.
Menuda jartá de Torre Eiffel se pegó, Bwana. Yo le tengo un poco de manía a ese lío de hierros porque subí el día más caluroso de los últimos siglos, y justo en lo más alto tuvimos que pasar más de una hora cociéndonos mientras atendían a un señor que había sufrido un infarto (no me extraña) y además detenían a unos chorizos que habían afanado las carteras a varios turistas.
ResponderEliminarLas fotos con las zíngaras son impagables.
Respecto a la visita a Complutum, estaré encantada de asistir si un viaje programado a Budapest justo para esas fechas no lo impide. Haré lo posible para poder desayunar unos croissants con sus ilustrísimas.
La torre resulta mucho más interesante en la base. Ya subí hace años y está muy bien para ver el panorama, pero da un vértigo peor que el que sufría James Steward en la película del mismo nombre.
EliminarEspero que se solucione su asistencia a Complutum; se le echaría mucho en falta.