Hoy se cumplen 51 años de la muerte de este insigne escritor, periodista, filósofo, viajero y buen comedor. Este gallego trotamundos, con notable sentido del humor y cuya vida privada daría para una novela, es considerado como el Woody Allen español aunque yo creo, más bien, que Woody es el Camba americano.
He disfrutado desde hace tiempo con las novelas de este gran escritor, como "Aventuras de una peseta", "La casa de Lúculo", "Londres", "La ciudad automática", etc. y con sus geniales artículos. Veamos una pequeña muestra:
Sobre las manifestaciones pacifistas: "¿Quiere usted un buen consejo, amigo lector? Pues cuando, al pasar por la calle, tropiece usted con un manifestante pacifista, hágase cuenta de que se ha desmandado un toro y métase corriendo en el primer portal. Yo no he visto en toda mi vida manifestaciones menos pacíficas que las manifestaciones pacifistas. [...] Por lo que respecta a España nadie, que yo sepa, quiere en ella la guerra, pero una cosa es no querer la guerra y una muy distinta ser pacifista. Al hombre pacífico le basta con que no haya guerras o con que éstas no le toquen de cerca para vivir satisfecho. El pacifista, en cambio, considera la paz como una cosa positiva que hay que imponer en el mundo a todo trance, por las armas si es necesario, y aunque los hombres no se estén peleando en parte alguna".
Sobre los alemanes: “Toda la población alemana es ejército. Unos alemanes van vestidos de militares y otros van vestidos de paisano (…) Yo no comprendo completamente a un alemán más que vestido de militar (...) se dijera que ha nacido con el casco adherido a la cabeza y que por las noches deja la cabeza y el casco a la puerta de su dormitorio para que el asistente se lo bruña todo con la misma pasta y el mismo cepillo”.
En un artículo titulado "En la planta baja": "En la planta baja viven los alemanes (“trabajan mucho y ganan dinero. Pero no saben vivir. Comen unas porquerías infectas”). “Al fondo, en un pabellón aislado los ingleses, (…) gente un poco orgullosa, pero de muy buenas costumbres”. Los franceses viven en el Principal (”gente alegre, simpática,comunicativa. Se pasan el día comiendo y bailando”).Los italianos,en el Segundo (“se ve que esta gente ha tenido un pasado magnífico. Cuadros y estatuas por todos los rincones. Actualmente, no les va muy bien”. En la casa europea hay otros pueblos vecinos, y los españoles habitan en el desván: (“Vivimos entre telarañas y trastos viejos. Todos los días decimos que vamos a renovar el piso, pero no lo hacemos nunca. Nos levantamos muy tarde y tenemos una fama de vagos perfectamente justificada… somos unos hidalgos que no envidiamos a nadie”).
Sobre los suizos: "Yo no voy a meterme con los suizos, porque no creo en ellos. En Suiza no hay suizos. A lo menos, el habitante típico de Suiza, el que le da carácter, no es el suizo. Yo nunca me he imaginado Suiza poblada de suizos, sino de ingleses. El inglés es el verdadero habitante de Suiza, y su traje es el traje característico del país".
Sobre la organización del trabajo: "Hace unos años yo tenía un amigo alemán que se había empeñado en organizar mi trabajo. -Usted -me decía- debe alquilar un despacho, comprar unos libros de consulta cuanto más grandes mejor y señalarse unas horas de oficina. Debe usted levantarse todos los días a la misma hora, leer a la misma hora, pensar a la misma hora, escribir a la misma hora.
Es posible: pero yo no podría trabajar nunca en una forma metódica. Yo no puedo leer en una biblioteca, que es, sin embargo, un establecimiento organizado para la lectura. Leo en la cama, que es un mueble hecho para dormir; pero en una biblioteca no leo. Eso de llegar allí y verme ante un libro entre cien personas que están ante otros cien libros me produce un sopor invencible y me transporta inmediatamente al mundo de los sueños. Por eso poseo tan poca erudición. Y así como no puedo leer en la biblioteca donde me entran ganas de fumar, no puedo fumar en un smooking-room, donde me entran ganas de leer, así no puedo tampoco escribir en un escritorio. Mi trabajo, una vez organizado perdería toda espontaneidad. ¡Qué quiere usted! Yo soy un escritor fácil."
En "La ciudad automática" Camba combina una visión apasionada e irónica de Nueva York -que anticipa un poco la de Woody Allen- con su descubrimiento de que el secreto de la industria americana consiste "en estandarizar a los hombres para poder estandarizar las mercancías". Lo ilustra la compra de un traje. Tras tomarle las medidas, le dan a elegir tres o cuatro modelos de diferentes colores.
Camba, de tipo un poco barrigón, elige uno, se lo prueba y resulta que le queda pequeño:
-No quepo, le dije al vendedor.
-Pues esta es su medida.
-¿Mi medida?...
-Yo -me dijo el vendedor- le he escogido a usted el traje que corresponde a su estatura y a su anchura de hombros, y si este traje no le sienta a usted bien no es culpa de la casa. Está perfectamente cortado.
Naturalmente, el vendedor quería insinuar que el que estaba mal cortado era yo.
-¿Por qué no hace usted un poco de gimnasia?, me dijo finalmente el vendedor. Y en este consejo, dado con la mejor buena fe del mundo, está todo el principio de la industria americana, que consiste, según he dicho tantas veces, en estandarizar a los hombres para poder estandarizar las mercancías".
También las bandas de gangsters se atienen a la fabricación en serie, a la estandarización y a la producción en cadena: "Al Capone ha sido algo así como el Henry Ford [del crimen]. Comprenderán ustedes que no se va a montar una organización [del crimen] para cometer tan sólo dos o tres asesinatillos por semana". En una hilarante descripción de una gira de periodistas europeos por Estados Unidos -que Camba acaba viendo como "una exhibición de circo de las nacionalidades europeas, con un ejemplar de cada especie"- el escritor concluye: "Europa produce italianos, españoles, alemanes y franceses, y América produce ciudadanos americanos. Los Estados Unidos de Europa ya están constituidos, y son los de América, donde las poblaciones europeas más antagónicas conviven de un modo fraternal, sin diferencias de idiomas ni de fronteras, de intereses ni de cultura".