En Japón, los robots AIBO se merecen un funeral
(DE XATAKA.COM)
Si hay un país donde la implantación y desarrollo de robots esté por delante del resto, ese es Japón. Bastante preocupados en crear soluciones que asistan, acompañen o realicen trabajos, es normal que terminen cogiendo algo de cariño a estos dispositivos con corazón y alma de metal.
Uno de los iconos robóticos en la cultura japonesa es AIBO, ese perro que deslumbró al mundo en 1999 por su inteligencia artificial. Sony ha vendido desde entonces más de 150.000 unidades, a más de 2.000 dólares por perro, por lo que ha habido tiempo e interés para reparaciones y también para defunciones.
La ceremonia de los funerales y cuidados después de la muerte, son muy especiales en el país asiático, lógicamente con personas como protagonistas
Cuando un elemento electrónico se rompe, lo intentamos reparar si merece la pena, o va a la basura correspondiente, pero difícilmente nos imaginamos una ceremonia para decir adiós a estos compañeros electrónicos.
Hasta marzo de 2014, Sony tenía en marcha un servicio de reparación para los AIBO, con el que prácticamente tocaban todos los elementos del robot - cámaras, sensores, motores -, para poder darles una vida más larga.
A la compañía japonesa no le salía rentable esta ‘AIBO Clinic’, por lo que la cerró, y empezaron a aflorar pequeñas empresas que se encargaban de las reparaciones.
La falta de piezas para los perros robot, y el encarecimiento del proceso, nos ha llevado hasta la muerte de bastantes robots AIBO. Muchos dueños los han asimilado como mascotas, y como tan, les dan una despedida en templos budistas.
En las imágenes podéis ver la ceremonia en un templo de Tokio - con más de 450 años de existencia - plagado de AIBOs. El funeral es igual que el que se le podría dar a una persona en este tipo de templos, alineados en un altar, con etiquetas que los identifican, y un sacerdote oficiando el acto.
No voy a entrar en el valor sentimental que cada uno le quiera dar a sus pertenencias, si las quieren considerar mascotas, o si están bien de la cabeza, lo que está claro es que para mucha gente merece una ceremonia de despedida. Creo que a final de cuentas es un punto que se pueden apuntar los diseñadores e ingenieros de Sony, ya que es una buena prueba de que han conseguido crear un acompañamiento artificial.
Es indudable que estos japoneses le cogen un cariño a sus pertenencias que se sale de lo común. Recuerdo a un soldado japonés que estuvo escondido diez años en Iwo Jima, después de haber terminado la guerra, por la sencilla razón de que no quería rendirse a las tropas americanas y tener que entregar el fusil que llevaba 4 años con él.
Es indudable que estos japoneses le cogen un cariño a sus pertenencias que se sale de lo común. Recuerdo a un soldado japonés que estuvo escondido diez años en Iwo Jima, después de haber terminado la guerra, por la sencilla razón de que no quería rendirse a las tropas americanas y tener que entregar el fusil que llevaba 4 años con él.
Con ese problema los generales japos deben de tener cuidado en no dejar usar mucho los tanques y viones a los mismos soldados porque al cabo de tres o cuatro años se los querrán llevar a sus casas.
ResponderEliminarY como lo de los japos cunde mucho, dentro de unos años tendremos en Alcalá y en Almendralejo bonitos "Cementerios Elesktrónikos" para enterrar, al rito que cada cual quiera, moviles, ordenadores y robotitos.
También los soldados armericanos que estuvieron en Vietnam eran aficionados a llevarse a casa las armas que se habían convertido en sus mejores amigos. Luego liaban escabechinas diversas por la costumbre de darle al gatillo a la menor oportunidad.
EliminarYo ya tengo un cementerio elestrónico de ésos en un armario de casa.
Una adoración a los objetos inanimados que me recuerda al animismo africano que encuentra un alma hasta en una botella de coca cola. Por lo demás, pensaba que esos inventos chorras de los japoneses eran parte de su particular sentido del humor. Ahora resulta que no, que realmente se toman en serio esas cosas. Hay un mercado hasta para el entierro de robots. oy,oy,oy,oy
ResponderEliminarPuede estar Vd. seguro de que los japos se toman muy en serio esas cosas. Y cuanto más grande sea el objeto, como un turismo toyora, más adoración le profesan. Más o menos como el amor que le tenía el español de los 60 a su querido 600.
EliminarEstán como cabras casi no lo puedo creer. Que interesante de todas formas saberlo.
ResponderEliminarBesote
De los orientales ya no puede extrañarnos nada.
ResponderEliminarBesazo