lunes, 21 de octubre de 2013

APESTA A AJO


The Stinking Rose, la cadena de  restaurantes de San Francisco y otras ciudades de California, especializados en ajo.

Si su idea de una perfecta comida es que esté aderezada con ajo, entonces “The Stinking Rose” debería estar en su itinerario la próxima vez que visite San Francisco. La cocina de este restaurante se basa en el ajo con comida.

“La Rosa Apestosa” está situada en el barrio italiano del distrito de North Beach, en San Francisco.  Probablemente el lugar no sea el más adecuado para una primera cita con una chica. El restaurante utiliza más de una tonelada de ajos cada mes, de manera que se puede suponer lo cargados que sirven los platos. En realidad tiene un menú especial sin ajo, al que llaman “la carta del Vampiro”.

Nunca he visitado San Francisco. Ni me gustan las cuestas empinadas ni tengo interés en conocer "el paraíso de los gay". Me encantan las cocochas al pil pil, sobre todo las de merluza, pero me sientan como un tiro. Unas chuletitas de cordero asadas y untadas con  "all i oli" son una delicia para el paladar, pero terroríficas para mi estómago. 
Por cierto, no creo que, pese al menú especial sin ajo, se le ocurra a un vampiro entrar en ese local con esa cantidad de ristras  colgando del techo. 

10 comentarios:

  1. Es usted como manda la Santa Madre Iglesia : aficionado a las cocochas con ajito frito, lo mismo con angulitas cuando había, al besugo asado con la rociada final de aceite, vinagre y ajos encima una vez abierto por la mitad, a las "sopas de ajo" con jamón y huevo, a las chuletillas riojanas con alio oli, etc.etc.
    Tendriamos que montar ambos en un vión cuando esté controlado por Doña Lucrecia e irnos a San Francisco, comer y volver. Ya tengo yo unas pastillas efervescentes francesas que quitan todo rastro de pesadez estomacal.

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    1. Había olvidado esas estupendas sopas de ajo que, curiosamente, arreglan cualquier estómago delicado. Me refiero a las que se hacen friendo unas rodajas de pan con ajos (sin quemarlos, ojo), echando una par de vasos de agua y, cuando todo hierva, cascar un huevo encima. Lo del jamón no me se había ocurrido, pero lo probaré.
      Lo de montar con Vd. en un vión controlado por Doña Lucrecia, me seduce cantidad pero, ¿no podríamos cambiar a Zaragoza, que queda más cerca y también saben algo de ajos?

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  2. Pues a mi el ajo me gusta.
    Me gusta por si mismo y porque así nadie me puede comparar con la gilipija de Beckam que todo lo que sacó de unos cuantos años en España fue que "olía a ajo"

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    1. A mi también me gusta, pero me sienta fatal, si exceptuamos la sopa de ajo que, como digo más arriba, arregla cualquier desperfecto estomacal.
      La Beckam ésa, además de tonta, es fea.

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  3. Brillante idea, tenemos un restaurante donde la higiene brilla por su ausencia, el mejor de los platos del menú sabe a mierda y lo disimulamos todo con una apología del tufo a ajo.

    Desvergüenza brillante... el que coma allí ya sabe, a la tumba vía cagalera pitusina.

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    1. Efectivamente, el restaurante tiene un aspecto sospechoso, con demasiada solera. El ajo ya se usaba hace siglos para disimular ese sabor que dice, cuando el alimento se ha descompuesto. En caso de fallecimiento, era común echarle la culpa al ajo, cuando no había un gato a mano.

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  4. Una comida aderezada con poco de ajo, mi estómago la puede aceptar, pero demasiado ya no, por su apestoso sabor chinesco. Como decía Gila, todo en su medida y armoniosamente...

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    1. Me sucede lo mismo; incluso puedo saborear unas láminas de ajo doraditas, pero con las pastillas Rennie a mano.
      ¡Cuánta razón tenía Gila!

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  5. Yo no sé cocinar sin ajito, pero también estoy de acuerdo en que no hay que pasarse con las dosis

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    1. Así es, todo en su medida y armoniosamente, como dice DªLucrecia que decía Gila.

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