lunes, 22 de septiembre de 2014

CARRIL PARA CHARLATANES


¿ADICTOS AL MÓVIL?  CIRCULEN POR SU CARRIL

(de abc.es)

La adicción planetaria a los móviles llega a tal extremo que una ciudad china ha reservado la primera acera exclusiva para peatones que vayan hablando por teléfono o con la vista fija en su pantalla. Según las fotos que circulan por internet, dicho carril mide unos treinta metros y está indicado con unos móviles pintados en el suelo y una señal donde reza que es el primero de semejantes características en China.

Con una raya blanca que divide la acera en dos, en una mitad se puede ir andando mientras se usa el teléfono, y en la otra no. Aunque parece una campaña promocional, la ciudad de Chongqing pretende así ahorrarles a sus habitantes los frecuentes tropezones con otros transeúntes que protagonizan quienes no pueden desconectar del móvil ni un segundo. Bañada por el Yangtsé y cerca de la presa de las Tres Gargantas, Chongqing es una caótica megalópolis industrial de 30 millones de habitantes paradigma de la revolución urbanística que vive el coloso oriental al amparo de su crecimiento económico.

Aparato imprescindible
En China, donde 700 de sus 1.350 millones de habitantes tienen ya un «smartphone», la adicción al móvil es si cabe más fuerte que en el resto del planeta, donde se ha convertido en una extensión de nuestras manos que nos acompaña a todas horas. Ya sean los iPhone de Apple, los Galaxy de Samsung, los HTC, los Huawei o los Xiaomi –una marca china muy popular gracias a sus precios económicos–, el dichoso aparatito se ha vuelto imprescindible en la vida cotidiana. Desde que el visionario Steve Jobs inventara el iPhone en 2007, estos «cacharritos» han revolucionado la sociedad contemporánea poniendo al alcance de todo el mundo un pequeño ordenador portátil que nos permite estar permanentemente conectados a internet, el nuevo universo virtual.

Desde Tokio hasta Hong Kong, pasando por Pekín y Shanghái, en cualquier calle de una megalópolis asiática sus viandantes caminan enfrascados en sus terminales sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor. De cada diez peatones, al menos siete van hablando a voces por teléfono –más en China que en otros países más civilizados–, enviando mensajes, consultando el correo electrónico, navegando por internet, jugando a algún videojuego descerebrado como «Candy Crush» o «Call of duty» e incluso viendo la televisión o alguna película. Los menos, por desgracia, van leyendo un libro, escuchando música o simplemente paseando. Y en los restaurantes, por su parte, no hay plato que se libre de ser fotografiado para ser exhibido al instante en internet.

En una reciente encuesta del portal chino zhaoping.com, dedicado a la búsqueda de trabajos, el 80 por ciento de sus 10.000 empleados reconocieron sufrir una «seria adicción» a sus móviles, según «The Telegraph». Una cifra que no resulta descabellada, a tenor de las colas kilométricas que se forman ante las tiendas Apple de Pekín y Shanghái cada vez que se lanza un nuevo iPhone al mercado, en el que muchos de sus compradores se llegan a gastar hasta el doble de su sueldo por considerarlo un símbolo de su estatus social.

Para estar a la última, nada como tener los «smartphones» más recientes, fabricados además en las gigantescas fábricas que la multinacional taiwanesa Foxconn gestiona en China, donde emplea a un millón de trabajadores que cobran poco más de 200 euros por ensamblar estos «cacharritos» que nos han cambiado la vida. No siempre, necesariamente, para bien.

Una estupenda idea de los chinos que debería extenderse a otros lugares, por ejemplo, a España. Nunca he comprendido cómo es posible caminar hablando por el teléfono; yo no puedo hacerlo y tengo que aparcar en algún portal si recibo una llamada mientras voy paseando. 

6 comentarios:

  1. Ciertamente es bien dificil caminar y jugar con el parato de marras simultaneamente. Y la cosa parece que no tiene remedio ya. A los gobernantes les va de maravilla que el gentío se dedique a esas jilipolleces de los juegos o de enviar y recibir mensajitos tontos, porque así no se enteran de que hay un Montorín saqueando las cuentas bancarias.

    Lo que se hubieran ahorrado los césares romanos en Circos si hubieran tenido a la masa popular dedicada a mirar su movil.

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    1. Hay gente que tiene la habilidad de hacer otras cosas mientras camina, lo que para mí resulta imposible. Ni siquiera puedo pensar en lo que estará haciendo Montoro si estoy andando.

      Y los romanos podrían haber entretenido al personal con estos artilugios modernos, pero dudo que hubieran conquistado las Galias con tanta distracción.

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  2. Hasta los chinorris están empanaos con la telefonitis

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    1. No se salva ni el Tato, Doña Maribeluca. Hasta yo acabo de recibir de regalo un Galaxy de Samsung que lo tengo aparcado porque trae las instrucciones en lituano.

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  3. Qué tiempos aquellos, don Bwana, en que mandaban a uno siendo niño a avisar a la vecina de al lado, la señora Benita, para decirle que tenía un telefonema. También se le solía llamar conferencia, pero mi abuelo decía telefonema a la comunicación tipo larga distancia, de Cádiz a Córdoba, por ejemplo.

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    1. Muchos recuerdos me ha traído el telefonema, don Rataplán. En casa de mis padres nunca hubo teléfono porque mi progenitor odiaba esos aparatos. Cuando formé mi hogar, comprendí sus razones pues mi hija mayor se había apoderado del que había en casa para su exclusivo uso y disfrute.

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