El amigo James disfrutando de los ruidos del metro |
(de yahoo.com)
Cada vez que James Wannerton pronuncia una palabra, su cerebro activa los circuitos del sabor y para él es como estar disfrutando de una comida. El fenómeno, conocido como sinestesia, se manifiesta en él de una manera tan particular que incluso los acentos del inglés tienen distintos matices y prefiere el sonido suave de las d's y las t's de los norteamericanos.
La palabra "college" (Universidad), por ejemplo, le sabe a salchichas, el nombre de "Karen" le sabe a yogur, y la palabra "yogur" le sabe a laca para el pelo. Una de sus palabras favoritas es "most" (el superlativo en inglés) que le sabe como una deliciosa tostada crujiente y que prefiere no pronunciar ni escribir porque le distrae y no puede dejar de pensar en comerse una. Cuando viaja por el metro de Londres, relata a BBC, Wannerton experimenta una cascada de sabores con cada uno de los nombres de las estaciones y leer un simple email de lo más soso, bromea, puede ser para él una gran experiencia 'culinaria'.
La sinestesia es la condición que tienen algunas personas de asociar sensaciones percibidas a través de diferentes sentidos. Son frecuentes los casos de personas que asocian las vocales o números con colores, los sonidos con percepciones visuales, etc. Aunque se ha estudiado en profundidad, la causa última que lo provoca no se conoce y hay quienes apuntan a factores genéticos, como David Eagleman, o quienes sugieren, como V.S. Ramachandran, que se trata de una especie de solapamiento de áreas cerebrales adyacentes, como si no se hubieran formado bien los límites entre lo que se ve y lo que oye y lo que se huele, por poner un ejemplo.
En cuanto al sabor, se conocen otros casos curiosos, como el de Michael Watson para quien es la comida la que despierta sensaciones táctiles. Si toma hierbabuena, por ejemplo, siente como si pasara la mano por una larga columna de cristal o de mármol. Y las pruebas muestran que para él es una sensación tan real como la que experimentamos cualquiera por nuestros sentidos. De hecho, es frecuente que las personas con sinestesia no se den cuenta de que tienen una forma 'especial' de sentir el mundo hasta que no sucede algo concreto. En el caso de Wannerton, él y sus padres se dieron cuenta de que pasaba algo raro cuando tenía 10 años porque los sabores que asaltaban su mente mientras leía le dificultaban el estudio. Hoy en día ha aprendido a vivir con estas sensaciones e incluso disfruta de la lectura en una dimensión que los demás no podemos ni imaginar.
Mi compañero Afrodisio Ch. utilizaba su sinestesia para asombrarnos con sus pruebas de memoria espectaculares: asociaba los números a distintos sabores y era capaz de repetir una serie de 50 números diferentes sin el menor error. Otros no tenemos esa habilidad, pero, cada vez que vemos al coletas en el periódico, se nos llenan las narices con una peste a huevos podridos insoportable. Debe ser otra variedad de la sinestesia.
Mi compañero Afrodisio Ch. utilizaba su sinestesia para asombrarnos con sus pruebas de memoria espectaculares: asociaba los números a distintos sabores y era capaz de repetir una serie de 50 números diferentes sin el menor error. Otros no tenemos esa habilidad, pero, cada vez que vemos al coletas en el periódico, se nos llenan las narices con una peste a huevos podridos insoportable. Debe ser otra variedad de la sinestesia.
¿No será que este british pasa hambre?
ResponderEliminarNo dudo de que haya una rara disfunción que se denomina SINESTESIA y que al igual que su merced nos produce sensaciones de oler a huevos podridos al ver a determinado sujetos en imagen, pero de ahí a ir saboreando tostadas al pronunciar palabras determinadas me induce a pensar que la alimentación es básica y clave en el comportamiento de muchos cerebros.
Bien venido de vuelta de su retiro. Es un placer.
También es notoria la relación entre olfato y gusto, pues basta pasar al lado de una pastelería o un lugar donde vendan jamón de jabugo, para que se estimulen las papilas gustativas. Lo de las palabras con sabor a tostada, me resulta algo raro.
EliminarAgradecido por sus palabras. El placer es mío.
Mucho tiempo libre tiene este personaje, candidato a crujirlo a hostias con la mano abierta.
ResponderEliminarObservando las facciones del individuo, creo que está esperando la bofetada.
EliminarEl coletas ya huele a eso sin sinestesia. Ni el Titanic se hundió tan rápido.
ResponderEliminarA mí lo de la sinestesia me ha dejado a cuadros.La lujuria me imagino que también tendrá que hacer lo suyo. Ciertas palabras que se dicen en la oreja, en un susurro y de la boca de una Serena como la de la foto me producen ciertos efectos en el cuerpo. Supongo que no es sinestesia todo lo que reluce pero la padecemos y la hemos sentido alguna vez.
Efectivamente, ese roce en la oreja purde producir estimulaciones con resultados sorprendentes. Un efecto parecido suele conseguirse con el llamado "beso intra-ocular", entre las cejas, con resultados inesperados. El cuerpo humano es sorprendente.
EliminarQué cosas más raras, pues yo me alegro que a mí me guste más un buen chorizo aunque sea callado como un muerto.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Vd. : solo faltaría que el chorizo fuera parlanchín.
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